Elaborado por: Juan José Ortiz y Karen Ruiz Mahecha
Departamento de Psicorientación
JJCM
16 de febrero de 2017
Pasa el tiempo y nos vamos acostumbrando a nuestro entorno, nos acostumbramos a las rutinas, a las actividades, los horarios, las tareas, los lugares, la familia, los amigos, o el trabajo. Constantemente estamos inmersos en alguna situación y, por lo general, nuestra vida está necesariamente atravesada por las relaciones con otras personas. Sentirse a gusto y tranquilo es algo que valoramos mucho, cuando nos sentimos de esta manera se puede decir que estamos en nuestra “zona de confort”.
La zona de confort nos da tranquilidad. Es un espacio donde todo está bajo control, un contexto en el cual sabemos lo que nos toca hacer para tener éxito fácilmente, pero, desafortunadamente, también nos puede impedir aprender cosas nuevas. La zona de confort dificulta nuestro desarrollo al no permitir que nos afrontemos a situaciones desconocidas.
El cambio puede ocurrir sin previo aviso y nos obliga a salir de nuestra zona de manera repentina. Si observamos, el cambio es algo inevitable y generalizado en la vida de cualquier persona, incluido cada uno de nosotros o en la vida de quienes más amamos. Así, el cambio puede desafiar la forma en la que estamos acostumbrados a reaccionar, aparece, entonces, el temor y la resistencia a no querer “perder” lo que habíamos obtenido, en pocas palabras, tenemos miedo a cambiar, miedo a dejar de ser.
La crisis del cambio provoca ansiedad ante el hecho de no saber cómo influirá este en nuestras vidas. Nos genera la sensación de que no tenemos el control de la nueva situación por ser desconocida. Además, mientras que el temor al cambio se presenta pensamos que, por lo general, toda crisis siempre afectará nuestra vida negativamente o de manera definitiva.
La mente humana es naturalmente conservadora, tiende a generar hábitos para conservarse como cualquier organismo. Por lo tanto, los nuevos desafíos hacen tambalear nuestros sistemas y cuestionarnos a nosotros mismos. Cierto es que esto puede llegar a ser incómodo y puede causarnos sentimientos negativos de ineficacia, frustración ante los problemas o de culpabilidad frente a nuestros límites.
En este sentido, debemos comprender que la educación no puede ser un proceso controlable de modo absoluto, por el contrario, debe ser un proceso flexible que se abre continuamente al cambio y lo desconocido que esto conlleva; si se hace completamente controlable crea un efecto negativo que puede aniquilar la emergencia de nuevas ideas y pensamientos autónomos. La educación entendida como control total nos lleva a estar cerrados a lo desconocido, a la diversidad y a los nuevos aprendizajes que, seguramente, necesitamos para conocernos a nosotros mismos de maneras cada vez más profundas. El reto es salir de la zona de confort hacia la zona de aprendizaje, esto nos permite continuar avanzando, mejorar, desarrollarnos como personas y así influenciar nuestro ambiente, también, para solucionar problemas que han estado arraigados durante mucho tiempo en prácticas tradicionales que, seguramente, yo no nos sirven del todo para los nuevos tiempos.
Para evitar mantenernos en nuestra zona de confort y afrontar los cambios asertivamente es importante:
- Reconocer el miedo que tengo a cambiar: reflexionar sobre nuestra forma de apreciar el cambio.
- Darnos cuenta que estamos en un mundo que cambia constantemente y que no tenemos control sobre estos cambios.
- Analizar la situación buscando los pros y los contras, enfocándonos en apreciar lo positivo y ser asertivo con lo negativo.
- Investigar sobre aquellas cosas que no conocemos lo suficiente y nos hacen sentir inseguros, así el conocimiento fortalecerá nuestra seguridad.
- Hacer un plan de acción para que afrontemos el cambio, dividiéndolo, por ejemplo, en pequeñas fases que conlleven al mismo objetivo.
- Los cambios no deben generar traumas, sino por el contrario, deben crear incertidumbre en quienes deciden afrontarlo.
- Dedicar un espacio para generar confianza y darnos cuenta de la importancia del acompañamiento de las personas que pueden apoyarnos.
- Comenzar con el cambio por pasos, solucionando primero las cosas pequeñas, de esta forma nos llenaremos de confianza con cada victoria para afrontar, por último, los grandes retos.
- Pedir ayuda si es necesario, intentar afrontar el cambio cuando no tenemos el conocimiento o las habilidades requeridas puede ser muy frustrante, no tengas miedo de pedir asesoría a las personas que te rodean o incluso buscar a un experto para que te ayude a pasar por esta transición.
- Eres más fuerte de lo que piensas, si te das la oportunidad de afrontar el cambio podrías sorprenderte al darte cuenta de que tienes el potencial para triunfar.
- Los cambios pueden llegar a producirte una sensación de satisfacción al descubrir que cuentas con muchas capacidades y talentos que antes no conocías
- Recuerda que en ocasiones los miedos nos limitan a conocer cosas nuevas, por eso es importante que seas arriesgado y valiente para enfrentarte a lo desconocido.
Información consultada a partir de las siguientes referencias que se encuentran a continuación. Si desea conocer más sobre este tema, puede consultar los enlaces.
Referencias:
Forés, A., Sanches, Joan-Anton y Sancho, Juana (2014). Salir de la zona de confort. Dilemas y desafíos en EEES. Tendencias pedagógicas.23. 205-214. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4665924
Goldberg, S. (2002). The 10 Rules of Change. Change isn’t easy, but it is possible: an expert offers 10 rules to change. Recuperado de: https://www.psychologytoday.com/articles/200209/the-10-rules-change
Molock, D. (2015). 5 Reasons Your Fear of Change is a Waste of Time. Psych Central. Retrieved on February 15, 2017, from https://psychcentral.com/blog/archives/2015/11/07/5-reasons-your-fear-of-change-is-a-waste-of-time/
Restrepo de Ocampo, L E; López Duque, M E; López Velásquez, G L; (2013). Resistencia al cambio en organizaciones modernas. Scientia Et Technica, 18() 149-157. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=84927487022
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